Psicología de la Salud

Día Internacional de la Salud mental

Hoy 10 de Octubre se celebra el Día Mundial de la Salud Mental y ayer 9 de Octubre se celebró el Día Mundial de los Cuidados Paliativos. Sin duda, un fin de semana lleno de buenas intenciones y con alguna medida por parte del gobierno que arroja algo de luz, aunque no la suficiente.

La Celebración de este día tiene como propósito sensibilizar y dar visibilidad a los problemas relacionados con la Salud Mental, además de eliminar estigmas que durante muchos años dieron ( y siguen dando) lugar a la discriminación de los enfermos mentales, como si de esta u otra circunstancia pudiera estar alguien libre.

Aún queda mucho por hacer; no solo por parte de las instituciones, sino también un trabajo personal de autocuidado, de aprender a mirar hacia adentro y detectar a tiempo cuándo algo no va bien. Pero sobre todo, no tener miedo ni vergüenza a pedir ayuda psicológica, ni comentarlo con familiares y amigos.

También nos queda por delante un largo proceso educativo que nos enseñe a entender las enfermedades mentales y sus características. A veces la discriminación nace del desconocimiento.

Dentro de la profunda admiración que siento por todo el personal sanitario, los equipos responsables de los cuidados paliativos tienen una mención de honor. Profesionales de la medicina en distintas áreas, enfermeras/os, psicólogas/os y auxiliares entre otros, conforman equipos multidisciplinares que intentan cubrir todas las necesidades de los pacientes que requieren este tipo de cuidados. Y no sólo de ellos, sino también de su entorno, y este punto es fundamental para mi.

Porque, ¿Quién cuida del cuidador? Tanto las personas que cuidan de enfermos con problemas serios de salud mental, como las que cuidan de personas con un estado de salud delicado que requiera de una atención plena sufren, en gran medida, una pérdida de calidad de vida y, por consiguiente, un debilitamiento de su salud mental. De esta manera, se construye una cadena de sufrimiento de la que tenemos que ser conscientes para poder minimizarla en la medida de lo posible.

Las personas cuidadoras de mi entorno, lo son por voluntad propia; hacen renuncias por amor. Cualquier otra decisión que supusiera no hacerlo, les haría sufrir mucho más. Esta asunción de responsabilidad no tiene por que estar exenta de quejas, cansancio, y en ocasiones de la necesidad de huir. Es importante normalizar estos sentimientos y dejar a un lado la culpa.

Por supuesto, el sistema de salud tiene que ofrecer todas las herramientas que tenga a su alcance, tanto en forma de ayudas económicas, personales, de logística, etc. Pero sin ninguna duda el entorno del cuidador es clave. Las personas cercanas al mismo, debemos hacerles ver sus limitaciones y de la necesidad que tienen de continuar con su propia vida en la medida de lo posible. Este sería un primer paso.

Hay que tener en cuenta, que muchas de las personas cuidadoras, se hacen expertas en el cuidado específico que necesita el destinario/a de esos cuidados. Este hecho hace que para ellas sea difícil delegar. En muchos de los casos, surge la creencia (falsa o no), de que ninguna persona va a tratar o cuidar del enfermo/a como ellas mismas.

En estos casos hay que actuar sin presiones, con pequeños apoyos que no supongan el alejamiento de la persona enferma. Así, poco a poco, se puede ir ganando terreno en favor de la confianza que necesitan para poder delegar.

Al final todas y todos nosotros tenemos mucho trabajo por hacer, y lo que quizás pensemos que es poco, que no tiene demasiada importancia, LA TIENE. Porque unos pocos pueden hacer algo grande.

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