duelo ecologico

Solastalgia

España ha vivido este verano de 2025 una de sus peores catástrofes naturales: más de 400 000 hectáreas arrasadas, especialmente en Asturias, León, Zamora y Ourense, donde los bosques, ecosistemas, viviendas, colmenas y medios de vida se han visto devastados

En muchas regiones, la relación entre la comunidad y su entorno natural va mucho más allá de lo práctico. La tierra, los paisajes y la naturaleza forman parte de la identidad y de la vida emocional de las personas. Cuando ese entorno se destruye o se transforma de manera irreversible, la pérdida no es solo material: se siente como un vacío profundo, una herida existencial.

Es la experiencia de seguir en el mismo lugar, pero sentir que el hogar ya no está. A este dolor colectivo se le ha dado un nombre: solastalgia.

La palabra solastalgia puede sonar extraña, pero describe una experiencia cada vez más común: el malestar emocional producido por la degradación del entorno natural en el lugar donde vivimos. A diferencia de la nostalgia —tristeza por un hogar perdido en la distancia— la solastalgia es la tristeza por ver cómo tu hogar cambia o se destruye sin que tú te muevas.

Incendios forestales, contaminación del aire, sequías, pérdida de biodiversidad… son procesos que pueden generar una sensación de desarraigo, impotencia y duelo, incluso cuando seguimos viviendo en la misma ciudad o casa.

La mayoría asociamos la palabra duelo con la pérdida de un ser querido. Sin embargo, en psicología hablamos también de duelo ecológico para referirnos al dolor emocional que surge ante la pérdida de ecosistemas, especies, paisajes o territorios con los que nos sentíamos profundamente conectados.

No es un capricho: los seres humanos tenemos un vínculo afectivo con la tierra. Cuando ese lazo se rompe por la destrucción ambiental, sentimos tristeza, rabia, ansiedad o vacío, del mismo modo que en cualquier otro proceso de duelo.

Muchas personas que sufren por el deterioro ambiental sienten que su dolor “no es legítimo”. Reconocer que lo que sentimos es un duelo real, y no una exageración, nos ayuda a darle espacio, nombrarlo y procesarlo.
Nombrar el duelo ecológico nos recuerda que el cambio climático, la deforestación o la extinción no son solo cifras: son experiencias humanas de pérdida, con un coste psicológico profundo.

Reconocer y validar socialmente este duelo:

  • Reduce la culpa: muchas personas creen que “no deberían sentir dolor por un río, un bosque o un paisaje”. Saber que existe el duelo ecológico normaliza la experiencia.
  • Abre la puerta al acompañamiento: permite compartir emociones con otros, generando comunidad y empatía.
  • Favorece la resiliencia: aceptar la pérdida nos da más fuerza para actuar en lo que aún se puede preservar.

Por triste que sea esta es la realidad del presente, nuevos duelos, nuevas formas de relacionarnos con el medio ambiente, ojala el compromiso real para cuidar nuestro planeta.

Os recomiendo este libro: Earth Emotions: New Words for a New WorldGlenn A. Albrecht (2019), tiene traducción al español: Las emociones de la tierra, nuevas palabras para un nuevo mundo. MRA Ediciones – 9788496504387

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