La característica esencial de la hipocondría es la preocupación excesiva y el miedo o la convicción de padecer una enfermedad en general grave, a partir de la interpretación personal de alguna sensación corporal o de casi cualquier signo que aparece en el cuerpo.
Dichos signos (lunares, granos, manchas, etc.), son evaluados por la persona de una forma catastrófica.
Estas personas viven en un constante estado de ansiedad e hipervigilancia ante sus sensaciones corporales. Suelen a acudir con mucha frecuencia a los profesionales médicos y especialistas para obtener un diagnostico sobre su dolencia. Muy a menudo este diagnostico no llega ya que estamos hablando de un trastorno somato-sensorial.
La tranquilidad que sienten cuando el profesional le dice que esta muy bien, le dura muy poco y vuelta a empezar.
Con el tiempo estas personas se vuelven unas grandes incomprendidas y pasan a ser gente «molesta», «pesada» para familiares, amigos y también para el personal sanitario.
Las personas que padecen este trastorno necesitan hablar todo el tiempo de sus dolencias y preocupaciones. Como la mayoría de las personas de su circulo cercano tratan de obviar el tema y tratar de hablar de otras cosas, los/as hipocondriacos llegan a convertirse en grandes manipuladores que consiguen llegar a reconducir la conversación hacia el tema de su interés: La enfermedad.
Ante este panorama las personas de su alrededor se alejan y el personal sanitario se vuelve hostil. Los pacientes hipocondriacos a menudo caen en un estado depresivo.
Abordar como tratar a estos pacientes no es fácil ni para familiares ni amigos. La mayoría de las personas tratan de desviar la conversación e invalidar el discurso. No podemos olvidar de que lo que la persona siente ¡¡es real!!. No le podemos decir : «eso son imaginaciones tuyas», por que invalidando su queja alimentamos aún más su dolencia.
Para muchas personas, asumir que la sintomatología que padecen la sufren debido a una mala gestión del procesamiento y evaluación de la información de los síntomas o señales corporales no es nada fácil.
Una buena opción para el entorno es informarse acerca de esta dolencia y así sin invalidar el discurso del paciente poder explicarle que entiende su problema y que es posible que la solución la encuentre en las distintas terapias psicológicas y le anime a leer sobre el tema y consultarlo con un profesional. Quizás la primera vez que se lo digan no sea la definitiva, pero poco a poco si todo el mundo desde el cariño, la empatía y el respeto se muestran colaboradores y cercanos es posible que puedan conseguir que la persona se someta a un tratamiento psicológico.
Es importante que el profesional al que se acuda este colegiado y que tenga formación especifica en TCC (Terapia Cognitivo-Conductual) y/o ACT (Terapia de Aceptación y Compromiso). Estas dos terapias lanzan resultados muy buenos en el tratamiento de la hipocondría y en general de todos los trastornos de ansiedad.